Publicado en El Día 27/04/18


EDITORIAL

La erosión, el daño que nadie repara en la Isla Paulino

No hay nada nuevo bajo el sol que brilla sobre la isla Paulino. Hace más de treinta años un artículo publicado en este diario reflejaba la crítica situación que atravesaban sus pobladores, a raíz de que muchas de sus viviendas, comercios y hasta una escuela se encontraban frente al dramático trance planteado por la erosión de sus costas, causada por el constante embate de las aguas del canal. La situación no ha variado, ya que acaba de corroborarse que sectores de la costa de la isla Paulino sufren una erosión de un metro cada año.
Como antes, ahora son varias y nuevas las zonas ribereñas de la isla, en las que varias casas corren peligro de derrumbe por el desgaste incesante de sus orillas castigadas por el oleaje del canal. Tal como lo reflejó un artículo publicado en este diario, las autoridades portuarias decidieron en estos días fijar velocidades máximas a las embarcaciones, para que el oleane que producen no contribuya al fenómeno. Esa es la orden que deberán acatar los capitanes y pilotos que naveguen por el Canal de Acceso al Puerto La Plata: no transitar con sus embarcaciones a más de seis nudos para evitar que se generen olas.
Tal como se detalló, con una superficie que ronda la veintena de kilómetros cuadrados, la isla Paulino era parte de una formación peninsular entre el río Santiago y el de La Plata, hasta que la excavación del canal de entrada al Puerto la separó del continente -y de la actual isla Santiago-. Ese paso creado a fines del siglo XIX, que a lo largo de tres kilómetros conecta las aguas abiertas con los muelles del dock central, comenzó teniendo 90 metros de anchura; hoy roza los 200 metros, y en algunos tramos los supera.
Los cambios tecnológicos y comerciales, de los cargueros a vela y vapores de pasajeros de antaño a los portacontenedores y petroleros de hoy, explican parte de ese ensanchamiento. También las sudestadas y tormentas a lo largo de más un siglo, así como el paso de potentes remolcadores y lanchas a alta velocidad, sumado a la escasez de obras para apuntalar las riberas.
Lo cierto es que la situación preocupa y mucho a los habitantes de un paraje cuya población oscila al compás de las estaciones: en temporada baja -otoño, invierno y parte de la primavera- viven unas 40 personas, pero en época estival son más de un centenar, ya que la mayoría tiene casas de veraneo. Además, cada fin de semana desembarcan unos 2.000 visitantes a acampar o pasar el día.
Los lugareños advierten que ya se han perdido muchos metros de costa y que varias viviendas que fueron construidas en tierra firme y en su momento prudentemente alejadas de la costa del río, se encuentran a poca distancia del canal y tienen comprometida su seguridad. Otras, como se ha dicho, fueron ya desmoronadas por el avance del río.
Sería, entonces, imperioso que las distintas autoridades responsables reaccionen ante un verdadero proceso de abandono al que se ven sometidas estas islas ubicadas a pocos kilómetros de los centros gubernamentales y que forman parte, a poco que se las preserve, del mejor patrimonio regional.
Los planteos que habitualmente formulan los pobladores han sido siempre medidos y fundamentados, sin que aparezcan como imposibles de cumplir desde una óptica presupuestaria. En cuanto a la erosión de las costas, ya se ha señalado aquí que son muy conocidos en el mundo los avances técnicos alcanzados, como para no intentar algún procedimiento que detenga esa acción.

Publicado en El Día 26/04/18

POR EL DESGASTE COSTERO, EN ALGUNOS SECTORES SE DESMORONA A RAZÓN DE UN METRO AL AÑO

La Isla Paulino pierde terreno ante la erosión y buscan aliviar el impacto

Hay zonas en que las casas corren peligro de derrumbe. Ahora fijaron velocidades a las embarcaciones para que el movimiento de las aguas no contribuya al fenómeno
La Isla Paulino pierde terreno ante la erosión y buscan aliviar el impacto
No hagan olas. Ésa es la orden que deberán acatar los capitanes y pilotos que naveguen por el Canal de Acceso al Puerto La Plata, a partir de una disposición oficial recientemente aprobada que busca prevenir el desmoronamiento de la Isla Paulino.
De ahora en más, las embarcaciones que pasen frente al enclave insular berissense tendrán que bajar un cambio y respetar la velocidad máxima fijada para que el movimiento de las aguas no contribuya con un dramático proceso de erosión que avanza desde hace varios lustros, poniendo en jaque el hogar de numerosas familias en un territorio de singular belleza y potencial turístico.
Con una superficie que ronda la veintena de kilómetros cuadrados, la isla Paulino era parte de una formación peninsular entre el río Santiago y el de La Plata, hasta que la excavación del canal de entrada al Puerto la separó del continente -y de la actual isla Santiago-. Ese paso creado a fines del siglo XIX, que a lo largo de tres kilómetros conecta las aguas abiertas con los muelles del dock central, comenzó teniendo 90 metros de anchura; hoy roza los 200 metros, y en algunos tramos los supera.
Los cambios tecnológicos y comerciales, de los cargueros a vela y vapores de pasajeros de antaño a los portacontenedores y petroleros de hoy, explican parte de ese ensanchamiento. También las sudestadas y tormentas a lo largo de más un siglo, el paso de remolcadores y lanchas a alta velocidad, y la escasez de obras para apuntalar las riberas.
Lo cierto es que la situación preocupa y mucho a los habitantes de un paraje cuya población oscila al compás de las estaciones: en temporada baja -otoño, invierno y parte de la primavera- viven unas 40 personas, pero en época estival son más de un centenar, ya que la mayoría tiene casas de veraneo. Además, cada fin de semana desembarcan unos 2.000 visitantes a acampar o pasar el día.
“VELOCIDAD DE PUERTO”
“Desde hace tiempo venimos realizando gestiones ante Prefectura Naval La Plata, para atender un tema de larga data como es la erosión de la costa isleña, provocada por el oleaje que genera la circulación de buques, prácticos y remolcadores en el Canal de Acceso al Puerto” señalan en las oficinas de Coordinación de la Isla Paulino.
Prefectura dispuso que los barcos no superen los seis nudos, para evitar generar olas
En esa dependencia, que funciona en la órbita de la secretaría de Producción de Berisso, subrayan que las negociaciones tuvieron saldo positivo: “se establecieron medidas para atender el tema, que significa desde hace años una severa preocupación para los habitantes del lugar. Prefectura emitió una disposición que obliga a las embarcaciones que transiten por el Canal de Acceso a desarrollar una velocidad máxima de seis nudos”.
Estas cifras coinciden con lo que en los códigos navieros se llama “velocidad de puerto” (unos once kilómetros por hora), y evita que se generen olas o grandes marejadas.
“El 13 de abril pasado nos reunimos con el Prefecto General de Prefectura La Plata, para trasmitirle la preocupación de los isleños en cuanto a la velocidad que desarrollaban los buques comerciales y remolcadores, entre otros que navegan por el canal de acceso” indicó Germán Salmen coordinador de la isla: “y los vecinos también presentaron su nota para reforzar el pedido”.
La disposición comprende y afecta el tramo que va desde las Cuatro Bocas hasta el kilómetro 7,700 del ingreso a la zona portuaria. “No es una solución definitiva, pero es un paso relevante” destacó Salmen: “hay lugares en la isla que presentan desmoronamientos de unos sesenta centímetros por año, y otros hasta de un metro, con el peligro de derrumbe de casas históricas. También se obtiene un grado mayor de seguridad, ya que las embarcaciones propias de los isleños pueden sufrir daños”.
UN PARAÍSO DESGASTADO
A veinte minutos en lancha del centro de Berisso, la isla Paulino es un enclave con aires agrestes que alberga quinteros y otros pequeños emprendedores (que producen miel, uva, ciruela, vino). Más de 200 especies de aves y rincones virtualmente vírgenes con montes, cañaverales, arroyos, zanjones y bañados le confieren un encanto particular.
A fines de 2015, el Consorcio del Puerto inició allí las obras del “tablestacado”: una valla de contención conformada con piezas que se clavan en el terreno formando un cerco o muro, en este caso de hormigón y con tensores metálicos. También se impulsaron una puesta en valor del frente ribereño, y el tendido de un nuevo sendero de acceso a la playa. En ese momento, varias familias se quejaron porque tuvieron que decir adiós a sus casas y mudarse un poco más tierra adentro.
Los isleños precisaron oportunamente que “el segmento más complicado por la erosión va desde la escuela de la isla hacia lo que denominamos ‘Las Tres Bocas’, donde la pérdida de tierras supera los 2,30 metros por año; en total, el promedio de desgaste costero ronda los 0,75 metros anuales”.