Publicado en Berisso Ciudad 16/05/13

Trasladaron desechos de Capital al Río Santiago
Cementerio de barcos en el delta Ensenada-Berisso


Barcos abandonados de 180 metros de eslora: impacto ambiental y problemas de navegación.



Por Cerdá  Bernardo, López Carlos, Mauad Agustín, Simón Alan y Veiga Micaela, especial para NOVA / reproducción deBerissoCiudad

Un cementerio de barcos de gran porte flota en el canal que baña las costas de la Isla Santiago en el amarradero de la Escuela Naval de la Armada. Llegaron con el pretexto de ser desguazados, pero nunca se accionó: las inmensas estructuras sufrieron los embistes de las tormentas y quedaron a la deriva, generando preocupación por el impacto ambiental y el riesgo de colisiones.
Desde la Armada admitieron que como no había un lugar físico para amarrarlos en Capital Federal, los trajeron a la zona ribereña de nuestra región; a pesar de que los canales son bajos y angostos para semejantes estructuras, están dentro de todo escondidos. Estaban en la sección de Transporte Naval, en frente del Casino Flotante “Situación que perjudica al turismo, porque no es bueno para la vista de los turistas”, expresaron.
A todo esto, ACUMAR (Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo) dirigida por Juan José Mussi, florece sus discursos sosteniendo que gestiona, previene y controla el control del impacto ambiental en el Río de la Plata. Pero, ¿Cómo lo hace? ¿Permitiendo que los objetos abandonados se transporten a otros lugares, continuando con el perjuicio de la costa rioplatense, en vez de extraerlos?
La navegación se ve claramente limitada por un incorrecto manejo de los buques. La ley nacional N° 20.094 de Navegación (arts 17, 18, 19, 20, 21, 22 y 39)  y la ley 18.398 de Prefectura Naval (arts. inciso c; 5; 6; 11 y 20)  señalan que los ríos deben ser de libre circulación: “Las aeronaves que se hallen hundidas o encalladas en aguas jurisdiccionales argentinas constituyen un obstáculo y un peligro para el resto de las embarcaciones, por lo que deben ser extraídas o demolidas”.
El Ingeniero naval Carlos Beil (Mat. H-13) mantuvo que “Si los barcos fueron llevados allí para ser desguazados, tiene que existir una licitación pública. Este documento no aparece por ningún lado: ni en internet –donde se encuentran todos- ni solicitándolo en la Armada y Prefectura”. (NdeR: la licitación no aparece en www.boletinoficial.gov.ar; ni en www.argentinacompra.gov.ar.)
Dos de las embarcaciones, el Astra Federico y el Astra Valentina, pertenecen al departamento de Transporte Naval, ubicado en la zona de Puerto Madero. El  oficial Omar Ferreyra de la Armada, sostuvo que no hay un lugar físico en Capital Federal para amarrarlos y, principalmente, no son vistosos para el turismo. “Semejantes estructuras no quedaban bien al lado del Casino Flotante”, sentenció.
Desde Prefectura Naval, el suboficial Alfredo Costa admitió que no es un canal profundo y estos barcos tienen mucho calado; al tocar fondo, es muy difícil maniobrarlos ante cualquier inconveniente.
Ángel Tallana, un pescador desde tierra, evidenció: “Con las tormentas cambian de posición, se tumban un poco, chocan entre ellos”.
A su vez, el biólogo Horacio Beláustegui, presidente de la Fundación Biósfera, sostuvo a NOVA que cada sudestada es una amenaza. “Estos desechos se mueven y es un riesgo lo que puedan llegar a verter. Los buques  dentro de sus sentinas tienen combustible y residuos del motor; si eso se filtra o se derrama produce un impacto ambiental considerable”, remarcó el licenciado.
El biólogo analizó que el sistema eléctrico y de baterías de estos buques son grandes y antiguos, por ende muy tóxicos. “Si se siguen escorando,  la contaminación estará a la vista”, evidenció.
Por otra parte, desde la Armada reconocieron el problema ecológico que se podría llegar a ocasionar, pero sostienen que no tienen herramientas para solucionar este error en el manejo de los barcos. El oficial Ferreyra explicó que “como no está dragado el canal, se necesita una crecida que supere los ocho metros y disponer, en ese momento preciso, de remolcadores de la Armada y del Puerto es un trabajo muy difícil y el riesgo físico que implica para la gente es mucho; es casi imposible”.
El barco que obstruyó el canal
Producto de la tormenta que azotó la zona en enero de 2011, el buque de transporte Astra Federico,  cortó la amarra y quedó a la deriva, obstaculizando el canal de punta a punta. Con las últimas sudestadas, los barcos de casi 200 metros de eslora, siguieron moviéndose y limitando la navegación.
Osvaldo Maciel, prefecto en el puesto de ingreso y egreso del río Santiago, reconoció a la situación como un problema grave, ya que ante cualquier emergencia del otro lado del canal, era casi imposible llegar por agua cuando el buque estaba atravesado.
En este mismo sentido, César Basso, capitán de una embarcación deportiva, detalló que  “el riesgo de colisión es inminente ya que los barcos varados no tienen ningún tipo de señalización. Esta es una zona de mucha navegación deportiva, hay clubes náuticos con veleros, lanchas de pesca y otro tipo de embarcaciones, y los días de lluvia o niebla la visibilidad es escasa”.
Sergio Rossi, pescador embarcado, expresó: “los barcos se mueven constantemente: hay veces que están cruzados del todo; en otras no tanto pero parece que se van a tumbar de lo escorado que se ponen”.
Luis González, un vecino platense que visitaba asiduamente la isla,  indicó que “es un lugar donde se puede pescar y pasar la tarde, pero los edificios flotantes dan miedo”. Y concluyó: “Últimamente estamos cambiando de destino”. Se viola la ley provincial 12.756 de Paisaje Protegido, que sustenta que por ecoturístico se entiende al desarrollo del turismo asociado a la preservación integral de las condiciones naturales de la Isla Santiago.
Desbordes del río
El cementerio de barcos obstruye las mareas normales de bajada y subida del Río de la Plata. “Esta situación influye en el regular desarrollo de los ecosistemas costeros, pero también ocasiona el desborde del río debido a la obstaculización de canales de desagüe”, acusó Beláustegui.
Pablo Tipaina, vecino del lugar, dijo: “Los que vivimos en la Isla sabemos que cuando el río crece nos tenemos que quedar en los altos de las casas, pero las últimas sudestadas fueron muy grandes y muchos vecinos necesitaron ayuda”.
“Por suerte la Isla también tiene acceso por el otro canal que sale al río abierto: en la última sudestada se metieron en botes por allí para rescatar a las personas más complicadas”, concluyó el vecino.
Las historias de los barcos
La Armada Argentina (ARA)  tiene dos inmensos buques, transferidos por el Estado, próximos a ser desguazados.  Son las naves de mayor porte que hayan estado al servicio de Transportes Navales;  tienen 180 metros de eslora y casi 32.000 toneladas de desplazamiento.
Uno de ellos es el Astra Federico fue botado el 17 de diciembre de 1977 y lo construyó el Fondo de la Marina Mercante, con el primer nombre de Ciudad de San Fernando. En 1981 fue transferido a Astramar, una compañía nacional de navegación, donde lo rebautizaron con el nombre definitivo. En 1992, la Secretaría de Transportes del Ministerio de Obras y Servicios Públicos le cedió el uso gratuito al Servicio de Transportes Navales. En esta etapa permaneció inactivo en el muelle de Dársena Sud hasta el 2006, cuando fue movido a la antigua dársena de acorazados en Río Santiago, para el desguace que nunca se efectuó. Actualmente está cruzado de lado a lado en el canal, a la deriva.
El Astra Valentina fue botado también durante el gobierno militar, en 1978. Lo Construyó el Fondo de la Marina Mercante y corrió la misma suerte que el anterior: en 1982 también fue transferido a Astramar; en 1992 al Comando de Transportes Navales donde estuvo inactivo hasta que en el 2006 fue trasladado a Ensenada, donde se encuentra ocasionando serios problemas en el amarradero de la Escuela Naval.
Hay varios debates acerca del tema; en foros de internet, como en el de www.zonamilitar.com.ar, especialistas sostienen que estos navíos pueden ser recuperados. Un claro ejemplo fue lo realizado por la Armada norteamericana que con un buque tanquero inactivo construyó el barco hospital Comfort, el más grande del mundo. Otra opción es la transformación en embarcaciones de logística, que pueden servir de apoyo a las misiones navales ONU. Lo cierto es que en el lugar que están actualmente ocasionan un impacto negativo en el ambiente y la navegación, y las soluciones deben ser inmediatas.
La otra embarcación que flota en el canal es el A.R.A. Rio Gallegos, una nave de la Armada que transportaba combustible y cada día está más escorada.
Cabe destacar que los tres buques presentan un estado corroído a causa de su inactivad y su exposición al clima. Asimismo, ninguno de ellos cuenta con la adecuada señalización ni sistema de balizamiento tal como lo indican el artículo 39  de la Ley N° 20.094 “Ley de Navegación”  y  las Ordenanzas Marítimas 4/81, 5/01 y 15/74.
¿Por qué están allí? ¿Y el desguace?
El cementerio de barcos ya es parte del paisaje de la Isla Santiago.  Los buques continúan allí, sin cambios desde el 2006. El Suboficial de la Armada Argentina, Omar Ferreyra, reconoció que por la presencia de los barcos, en algunos momentos “sólo pueden pasar embarcaciones de menor porte, es decir, botecitos pequeños, porque los grandes si pasan por popa con un pequeño viento pueden moverse y chocar”.
Con respecto al estado de los buques, remarcó que “están en licitación, pero no puedo informar más que eso. No sabemos qué pasó ni quién lo contrató; el armador que lo adquirió todavía no los vino a buscar”. Y explicó las causas de su llegada: “Como no había un lugar físico para amarrarlos en Capital Federal, los trajeron acá. Encima estaban en la sección de Transporte Naval, en frente del Casino Flotante, situación que perjudica al turismo, porque no es bueno para la vista de los turistas.”
Sin posibilidades para desguace, ya que no se pueden desguazar allí y para moverlos hay que esperar una crecida grande del río, todavía no saben qué hacer con ellos: “El problema es que como no hay una draga suficiente para que se pueda navegar; hay que esperar que haya una creciente que supere los ocho metros. Poder sacar los barcos con remolcadores implica un esfuerzo de contar con el momento justo para usar remolcadores de la Armada y del Puerto, es un trabajo muy difícil y el riesgo físico que implica para la gente”.
En este mismo sentido, el ingeniero naval Carlos Beil detalló que “es una tarea compleja y debe realizarse en un muelle, platea o varadero autorizado. Son necesarios distintos servicios como electricidad, aire comprimido, gases industriales. Debe contarse con grúas, acceso para camiones, sistema de disposición de residuos, instalaciones complementarias como baños, vestuarios, etc.”
Por último, denunció: “La inacción de los dueños de los barcos es preocupante, el riesgo de colisiones y el impacto ambiental son un peligro permanente”. El profesional continuó sosteniendo que “todos los barcos, en uso o no, deben tener un sereno las 24 horas. Y también las licitaciones, todas son públicas y deben estar, los implicados no deben desentenderse del tema”.
Otros cementerios
Este canal de la Isla Santiago no es el único lugar donde hay barcos abandonados. A lo largo del delta de Berisso y Ensenada se pueden observar las ruinas de embarcaciones en desusos, en muchos casos prácticamente hundidas.
En la zona aledaña a las cuatro bocas, a la altura de la Isla Paulino, un sitio donde transitan inmensos navíos internacionales que se dirigen al puerto, se pueden ver los restos de embarcaciones que luego de más de una década de abandono, terminaron hundiéndose. Los días en que el río crece, algunas puntas de los barcos son imperceptibles y representan un alto riesgo de colisión.
Una situación similar se presenta en zonas de monte o clubes, donde flotas con un pasado muy activo han sido abandonadas. En el Astillero Mome de Ensenada, dos embarcaciones están varadas allí hace años; una es la lancha Piloto Croppi, perteneciente a Naviera Sur Petrolera S.A., que genera obstaculizaciones en canales de desagüe, acrecentando así las inundaciones en épocas de lluvia intensa.
El crecimiento del Puerto de La Plata
El rumor del traspaso de las actividades del Puerto de Buenos Aires al Puerto La Plata es cada vez mayor.  “En 2015, estaremos en condiciones de operar con 2 millones de contenedores. Si todo va bien seremos el puerto de mayor capacidad del Río de la Plata”, dijo en declaraciones a la prensa Daniel Rodríguez Paz, expresidente del consorcio. En este contexto de crecimiento de la región, deberán aparecer soluciones inmediatas para el tratamiento de los cementerios de barcos.
El trabajo en la zona portuaria avanza día a día. Selma Catino, vecina de la Isla Santiago, acusó que están comenzando a cortar las puntas del lugar donde vive y de la Isla Paulino, con el fin de que las embarcaciones puedan girar y maniobrar. Los nuevos cambios violan la ley provincial de Paisaje Protegido 12.756, nombrada anteriormente, irrumpiendo sobre el normal desarrollo del medio ambiente.
“El tráfico de grandes barcos va a aumentar considerablemente, por lo que deberán construir un nueva salida para las embarcaciones deportivas, siguiendo así con el desmonte y cambios en la selva marginal autóctona. También van a tener que hacer algo cuanto antes con los desechos que flotan en la escuela naval”, precisó Catino.
Luis Pelyrio, pescador aficionado, dijo: “Ya alambraron lugares públicos donde la gente iba a pescar, por ejemplo en la zona aledaña a los barcos abandonados”.
En este contexto de crecimiento del Puerto La Plata y la región: ¿Qué pasará con el cementerio de barcos que ya no será tan invisible? ¿Los mudarán a otro lugar escondido sin importar los problemas que pueda llegar a ocasionar, desguazarán las estructuras o buscarán volver a ponerlos en funcionamiento? Mientras el tiempo pasa y no hay respuestas, el riesgo ambiental y de colisiones está cada día más latente.
Asimismo, el incumplimiento de las leyes de circulación naval y las consecuencias en el medio ambiente como en  la población dejan en evidencia la falta de acción y la complicidad de la Armada Argentina y la Prefectura Naval para resolver una situación invisibilizada con el paso del tiempo.
Es necesario que las autoridades de estos organismos estatales reconozcan sus responsabilidades sobre los barcos y busquen, en tiempo y forma, la manera de solucionar una problemática oculta que afecta no solo a las aguas linderas a la Isla Santiago sino también a los pescadores, trabajadores y habitantes de la zona que circulan diariamente.

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