Publicado en El Día 02/10/16

DEGRADACIÓN AMBIENTAL SIN FRENO

La costa ribereña en terapia intensiva

Científicos platenses alertan que se agota la capacidad de autodepuración del Río de la Plata
   

   


Por CARLOS ALTAVISTA
Hace décadas que la costa del Río de la Plata sufre un marcado proceso de degradación. Pero hay novedades: en la última década se ha agravado, empeora día a día y nadie le pone freno.
No estamos hablando -como subrayan los expertos- de un fenómeno ajeno a nuestra vida cotidiana. Todo lo contrario. Estamos perdiendo calidad del hábitat; calidad de vida.
Las aguas tienen un nivel de contaminación en algunas zonas de la costa que compromete su calidad. La intervención sobre la vegetación natural ha dejado a la costa en sí, a las aves y peces librados a condiciones que no están preparados para afrontar. Y cambian para mal, emigran o mueren. Hasta las playas presentan altos índices de polución. Las construcciones siguen avanzando en zonas ganadas al río. En rigor, se ha lanzado un boomerang. Hay tiempo de reducir su efecto. Pero muy poco y siempre que existan políticas coordinadas y de largo aliento. ¿Será posible?
“La degradación ambiental de nuestra costa ha conducido a la disminución, e incluso a la pérdida, de muchos servicios que naturalmente presta a los ciudadanos”, dicen los investigadores del Instituto de Limnología de La Plata (Ilpla), quienes estudian los cursos de agua de toda la Región.
“El río es bebedero y cloaca al mismo tiempo, ya que a él van a parar todos los desechos cloacales. No hace falta ahondar en la necesidad de cuidarlo”
En primer lugar destacan que la eliminación de los juncales y pajonales para construir barrios cerrados, como en la zona de Hudson, o simplemente por cuestiones “estéticas” en ciertos balnearios, equivale, directamente, a abrirle la puerta a la contaminación de las aguas. “Esas son las barreras naturales, los filtros verdes a los agentes contaminantes que llegan desde el continente al río”, alertan.
Y el Río de la Plata es, nada más y nada menos, que la fuente de agua de muchas ciudades, como La Plata, Berisso, Ensenada. “Pero el río es bebedero y cloaca al mismo tiempo, ya que a él van a parar todos los desechos cloacales. No hace falta ahondar en la necesidad de cuidarlo”, dicen en el Ilpla.
“Todo lo que las lluvias barren del continente va a la costa, y si se elimina ese filtro verde, todo va al agua. Eso ocurre desde hace décadas y más aún en los últimos años. Además, es irónico que se gaste tanta plata en “embellecer” las costas para el verano quitando lo natural del paisaje ribereño, como los pajonales y juncales. Así, “embelleciendo” la costa se ayudó y mucho a que se pongan carteles de prohibido bañarse en sitios donde alguna vez las familias disfrutaban de los veranos sin riesgo. O carteles de prohibido pescar, como sucedió en el 2000 tras comprobarse que el típico sábalo estaba contaminado”, remarcan los científicos.
SIN MARCHA ATRAS
Murallones, terraplenes, compuertas. ¿Todo ayudó a contener las sudestadas, o a aumentar la erosión de la costa? Las dos cosas. Pero la segunda no tiene marcha atrás.
Aquí se plantea un tema de fondo. Es que la construcción de viviendas sobre la ribera comenzó con la llegada del hombre al lugar y “algo había que hacer para proteger esos sitios una vez que crecieron las ciudades. La pregunta es si se hizo lo correcto. Y lo peor, ¿por qué hasta hoy se siguen construyendo en la costa viviendas carísimas promocionadas por su “inmejorable vista al río”?, se preguntan, sin respuesta razonable, los investigadores.
Se pierden vegetación, peces, aves, ranas, tortugas, cangrejos, algas. Ya no es posible bañarse. Y no hay planificación entre los municipios y la Provincia para encarar la problemática con políticas serias y consensuadas de planificación costera.
“En el mediano y largo plazo, el manejo desde una visión antropocéntrica como la que se está llevando a cabo en estos ecosistemas tan sensibles e indispensables para la existencia de la vida, conduce a importantes pérdidas económicas, ya que muchos de los servicios que prestan estos ambientes al hombre son difíciles o casi imposibles de restituir una vez que han sido degradados, sometiendo a la sociedad a condiciones de vida cada vez peores y más costosas en salud, higiene, mantenimiento, calidad de vida, servicios públicos, infraestructura, administración”, advierte la directora del centro científico, Nora Gómez.
AUTODEPURACION AMENAZADA
Entre los contaminantes que amenazan la condición humana “podemos mencionar desechos domiciliarios, cloacales e industriales y organismos patógenos. Las playas más cercanas al ingreso de esos contaminantes, vinculadas principalmente con efluentes cloacales o arroyos y canales contaminados que desaguan en la costa, tienen comprometida la calidad del agua y de las arenas por la cantidad de bacterias fecales, superando los valores recomendados por la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Nación para aguas de uso recreacional”, apuntan en el instituto del Conicet-UNLP.
Y añaden que “si bien el Río de la Plata tiene una reconocida capacidad de autodepuración, no se está teniendo en cuenta la importante carga de contaminantes que se vuelca diariamente sobre la costa, lo cual está limitando esa capacidad de autolimpiarse del río, al menos entre la línea de costa y los 2.500 metros aguas adentro”.
“Otro efecto importante que genera la contaminación es la proliferación de unas microalgas llamadas cianobacterias (algas verde-azuladas), las cuales, con el aumento de la temperatura durante la primavera y el verano, suelen modificar la calidad del agua ya que son capaces de producir toxinas que afectan la salud humana y de los organismos acuáticos. Estas algas pueden causar dermatitis y enfermedades gastrointestinales, por lo cual es importante prestar atención a su desarrollo”, detallan los científicos platenses y enfatizan: “El correcto funcionamiento de las plantas de tratamiento de efluentes cloacales y la construcción de plantas de tratamiento secundarias que reduzcan significativamente el ingreso de desechos permitiría controlar estas problemáticas sanitarias”.
“Por otra parte -continúan- el aporte de basura domiciliaria, como bolsas y botellas de plástico, vidrio, cubiertas y desechos de higiene personal que es transportada por el agua o depositada directamente en la costa es otro problema que afecta notablemente la calidad ambiental costera. La basura constituye una barrera física para el libre intercambio entre el medio acuático y el terrestre costero debido a que se enreda entre los tallos de la vegetación, contribuyendo además a disminuir la estética natural de la ribera; es una gran fuente de contaminación”.
Un SOS desde la ciencia. ¿Alquien responderá, alguna vez, al llamado?

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