Publicado en El Día 04/02/16

EDITORIAL

Una ley para preservar el valioso patrimonio natural de los humedales

La reciente celebración del Día de los Humedales y el anuncio oficial en nuestro país de una nueva ley para la protección de esas zonas, que se caracterizan por verse cubiertas regularmente de aguas –pudiéndoselas categorizar en ciénagas, esteros, marismas, pantanos, turberas y las franjas marítimas costeras que presentan anegaciones periódicas por el régimen de mareas, tales como los manglares- confluyeron para revalorizar a estas superficies que hoy ocupan casi un cuarto del territorio de la Argentina
Tal como se indicó, este patrimonio tan valioso -desde la Laguna de los Pozuelos en Jujuy, pasando por los Esteros del Iberá, por el Palmar Yatay de Entre Ríos, la reserva de la Costanera Sur, muchas áreas de costas de nuestra región hasta la Península de Valdés, entre otras- constituyen un privilegio natural que debe ser preservado.
Se conoce que los humedales se convierten en uno de los entornos más productivos del mundo y funcionan como fuente de agua y sustento no solo para innumerables especies de animales y vegetales, sino también para las personas.
En lo que concierne a la ley anunciada, una norma de esas características permitirá uniformar los diversos cuadros normativos vigentes, evitándose que los humedales sean reemplazados por asentamientos de viviendas, especies herbáceas o arbóreas exóticas, o se saque de ellos agua para otras actividades sin control ni fiscalización. Según señalaron recientemente funcionarios del área medioambiental.
Cabe recordar que en nuestra región son frecuentes los reclamos formulados por ambientalistas referidos a los presuntos perjuicios que podrían causar construcciones desaprensivas en zonas de humedales.
Como se sabe, hace ya varios años que los especialistas y no pocos pobladores de la zona costera vienen presentando denuncias y advertencias sobre eventuales perjuicios, así como pedidos de preservación de los montes ribereños y de los humedales existentes, no sólo por los distintos tipos de contaminación que sufre el frente costero del Río de la Plata sino, también, como derivación de la mano del hombre. Existen en este sentido varias presentaciones de vecinos y entidades ambientalistas ante la Justicia.
Sobre esa misma cuestión, se ha dicho aquí en ocasiones anteriores que permitir que una desaprensiva acción humana interrumpa una interacción entre los montes y el río podría acelerar un proceso de deterioro irreversible. Tampoco deberían echarse en saco roto las enseñanzas que dejaron las trágicas inundaciones registradas en nuestra zona, demostrativas de la negativa incidencia que pueden llegar a ejercer las obras mal planificadas.
Las zonas ribereñas de la Región, con reservas naturales que aún se está a tiempo de salvar, como son la Selva Marginal de Punta Lara, las islas y canales, así como los humedales, merecen que se haga un esfuerzo serio para su preservación, que significa nada más y nada menos que hacer estudios serios y profundos sobre qué actividades podrían afectarlos, para así ponerlos al margen de toda agresión. La desaparición de la vegetación propia del lugar y la emigración de las aves son daños demasiado graves como para no suponer que las autoridades -que ahora podrían disponer de una nueva ley nacional- no harán lo necesario para evitarlos.

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