Publicado en El Día 24/02/13

AMPLIACIÓN DEL PUERTO

Una obra estratégica pero ¿al costo de un daño ambiental irreversible?  

Ambientalistas y vecinos denuncian que el impacto sufrido por la Isla Paulino y el Río Santiago resulta “injustificable”


POR NICOLAS MALDONADO


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Los ambientalistas de la Región literalmente se agarran la cabeza cuando describen lo que está pasando en Río Santiago. Y es que si bien sabían que la ampliación del Puerto La Plata iba a generar cierto impacto ambiental -y de hecho muchos de ellos no se oponen a la obra-, aseguran que la forma en que se desarrolla no sólo ha causado ya un daño irreversible en el monte ribereño sino que habría podido evitarse. Por eso es que se agarran la cabeza mientras hablan de “irresponsabilidad”, “acciones ilegales” y “un total desprecio por una zona de enorme valor”.
Impulsada por el gobierno de la Provincia a través de un consorcio, la obra en cuestión apunta a llevar al Puerto La Plata a un nivel de mayor competitividad. Para ello comenzó a construirse una amplia terminal de contenedores en la zona de Las Tres Bocas y se está dragando el canal de acceso a fin de que puedan ingresar incluso Post Panamax, uno de los buques de mayor calado que existen hoy en el mundo.
“Tan preocupante como el daño que han hecho hasta ahora es el que pueden llegar a causar. Nadie lo sabe porque el Consorcio del Puerto no transparenta la información”
El hecho es que para alcanzar esa profundidad se han removido del fondo del canal miles de metros cúbicos de barros que, al ser arrojados directamente sobre Isla Paulino, sepultaron ya unas 50 hectáreas de monte ribereño. Y durante la construcción de la terminal de contenedores se perforó además una napa que implica hoy el vuelco de millones de litros de agua salada por día en el Río Santiago.
Pero “tan preocupante como el daño hecho hasta ahora es el que pueden llegar a causar -advierte Marcelo Martínez de la Asociación Nuevo Ambiente, quien ha denunciado los hechos ante la Fiscalía de Estado, la dirección de Residuos Peligrosos y la Defensoría del Pueblo de la Nación-. El problema es que nadie sabe hasta dónde piensan llegar porque el Consorcio del Puerto no transparenta la información. Te vas enterando a medida que avanzan las obras. Y a este ritmo van a terminar por destruir innecesariamente gran parte de Isla Paulino y de Isla Santiago también”, dice.

EL MONTE SEPULTADO

“Ojalá supiéramos lo que quieren hacer -dice también Alejandro Meitin de la organización Ala Plástica, que integra la Alianza Sistema de Humedales-. Por lo pronto lo que están haciendo es un grosero desmonte y un relleno sobre unas 50 hectáreas de la Isla Paulino, que es un ambiente con un doble estatus de protección. Porque sucede que además de estar amparada por la ley provincial de Paisaje Protegido, la Isla, por ser un gran humedal, se encuentra dentro de la Convención de Ramsar, que tiene a Argentina como uno de los países signatarios”.
Pero “a pesar de ese doble estatus de protección, siguen desmontando y disponiendo el refulado hasta una altura de cuatro metros que hace irrecuperable al humedal porque evita que circule el agua. Y ¡oh casualidad!: la altura a la que dispusieron el relleno es la misma que se exige para poder edificar”, comenta Meitin.
Lo mismo señala Horacio de Beláustegui desde la Fundación Biosfera. “Al acumular el refulado hasta semejante altura destruyeron por completo la dinámica del humedal y lo peor es no había ninguna necesidad: el refulado del canal se ha tirado históricamente en el banco de la playa Gagliardi donde el impacto resulta menor. Por eso tememos que haya sido intencional, ya que los cuatro metros que subieron por encima de la cota es justo la altura que se requiere para urbanizar”.
“Jamás imaginamos que se iban a manejar de esta forma, creíamos que al menos nos iban a avisar -dice por su parte Marcos Marini, de la Asociación de Productores Familiares del Delta Santiago-. En lugar de eso, un día descubrimos que habían levantado un obrador y al poco tiempo ya estaban pasando las topadoras por encima de las quintas. Además nos mintieron: cuando fuimos a preguntar hasta dónde estaba previsto el desmonte, nos aseguraron que sólo hasta mitad de la isla, pero ya se extendieron casi el doble y ahora están a 200 metros de la playa”.

RIO DE AGUA SALADA

“El gobierno de la Provincia nos asegura que la cantidad de agua salada que están vertiendo sobre Río Santiago no mata a los peces, pero la realidad es que la mayoría de las especies mermaron en un 90% de un año a otro, como lo puede corroborar cualquier pescador que frecuente la zona. El efecto del vuelco está causando mucho más daño del que ellos reconocen”, sostiene el naturalista Ugo Adam.
Adam, que integra la Asamblea Salvemos el Monte de Berisso, comenzó a medir la salinidad del Río Santiago apenas se enteró de que la empresa responsable de las obras había perforado la napa al hacer los cimientos para la playa de contenedores. “Eso fue hacia agosto del año pasado cuando el vuelco quedó en evidencia porque YPF empezó a tener problemas serios en su planta purificadora y se quejó ante el Consorcio del Puerto. A partir de ahí cambiaron de lugar el caño para no afectar a YPF y lo llevaron a un punto donde están haciendo un daño mayor a la naturaleza: el canal Saladero”, explica el naturalista.
Ocurre que el canal Saladero -que va desde Marina del Sur hasta el viejo Yatch Club- “es una zona de peces migratorios por donde pasa una gran variedad de especies de agua dulce. Por lo cual cuando empezaron a tirar ahí unos 20 millones de litros de agua salada por día, según el cálculo que hacemos por el diámetro del caño, lo que pasó fue que desaparecieron desde las mojarras, que son la base de la cadena trófica, hasta los sábalos, las tarariras, los chafalotes, los dorados y los surubies, entre otras especies. No es de extrañar si se piensa que el PH del agua en esa zona está hoy en entre 8 y 10”, asegura Adam.
“Para evitar que los niveles de salinidad se sigan disparando, hicieron una extensión del caño hacia la Isla (Paulino) -cuenta Marcos Marini, quien tiene hoy la boca de él sobre la entrada de su quinta, a pocos metros de la playa-. No les hubiera costado demasiado extender el caño un poco más y tirar el agua salada a río abierto, donde se diluye fácilmente -dice-. En lugar de eso dejaron la desembocadura en pleno albardón, donde la sal va a terminar matando todo”.

UNA MESA DE DIALOGO

Pero tanto como el impacto ambiental, a los productores de Isla Paulino lo que les preocupa es su propia situación. “La gente del Puerto nos ha dicho que nuestros permisos de uso están en stand by y que ya está decidido sacarnos. Lo mismo que al monte, también a nosotros nos pasan por arriba sin reconocer que nuestras familias han estado toda la vida acá”, dice Marcos Marini, quien tiene una larga tradición familiar en el lugar. Su tatarabuelo, un inmigrante italiano que trabajó en la construcción del canal del puerto, “estuvo entre los primeros en afincarse al recibir terrenos como parte de pago de la empresa holandesa que lo contrató”, cuenta.
Miembro de la Asociación de Productores Familiares del Delta Santiago, Marini participa junto a las organizaciones ambientalistas de una mesa de diálogo con el Organismo Provincial de Desarrollo Sostenible. La entidad, principal responsable de garantizar el cuidado de los recursos naturales en territorio bonaerense, se comprometió ya a informarles sobre el alcance de las obras y los estudios de impacto ambiental que la avalarían.
“Más allá de las acciones legales que se podrían llegar a adoptar, ahora estamos sentados a una mesa con el OPDS porque queremos que nos expliquen qué es lo que el Consorcio del Puerto pretende hacer y por qué está avanzando sin contemplar ley”, dicen desde Ala Plástica.
“Reconocemos que es una obra de gran importancia y no estamos en contra de la ampliación -dicen por su parte en Biosfera-. Lo que no aceptamos es que la hagan de manera inconsulta y con un impacto enorme que tranquilamente se hubiera podido evitar. Todavía estamos tiempo de mitigarlo -agregan-. Esperamos que nos permitan participar”.

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